martes, 25 de octubre de 2011

SALUD CON SENTIDO COMÚN

La Organización Mundial de la Salud en su Constitución de 1946 define la SALUD como el estado de completo bienestar físico (biológico), mental (psicológico) y social, y no solamente como la ausencia de infecciones o enfermedades ligeras, fuertes o graves. También puede definirse como el nivel de eficacia funcional o metabólica de un organismo tanto a nivel micro (celular) como a nivel macro (social). En 1992 un investigador amplió la definición de la OMS, al agregar: "Y en armonía con el medio ambiente".
La salud pública es la disciplina encargada de la protección de la salud a nivel poblacional. Tiene como objetivo mejorar la salud de la población, así como el control y la erradicación de las enfermedades. Es una ciencia de carácter multidisciplinario, ya que utiliza los conocimientos de otras ramas como las ciencias Biológicas, Conductuales, Sanitarias y Sociales. Es uno de los pilares en la formación de todo profesional de la salud.
Las funciones más importantes de Salud Pública son: protección, promoción y restauración sanitaria. Pero existen otras formas de ver la salud.
Desde remotísimos tiempos, y en las muy diversas culturas conocidas y por conocer, el ser humano ha tratado de hallar explicaciones, de encontrar las causas y manejar las consecuencias de las enfermedades.
En la medida en que nuestra especie se ha ido multiplicando, el crecimiento ha sido tan desproporcionado, sobre todo con el feroz avance de nuestra “civilización”, que llegó a invadir y deteriorar casi todo el planeta, atropellando, usurpando y aplastando lo que sea necesario para imponerse como el “Rey de la creación”, y/o avasallando a los demás de su misma especie para ostentar el poder económico y político, afectando el medio ambiente de manera ya casi irreversible. Tan es así que la mejor definición de territorio virgen es: donde la mano del hombre no ha puesto el pie.
El abordaje de culturas ancestrales, especialmente las más sabias, respecto a la salud es muy diferente. Casi todas coinciden en que somos parte de un todo, somos parte de un cuerpo (un cuerpo y un espíritu) y que alterar el delicado equilibrio de éste implica un costo muy alto para todos.
Sin ir más lejos, las cuatro etnias que habitan en la Sierra Nevada de Santa Marta conciben a la tierra como una mujer, cuyo vientre alimenta, guarda, protege y pare a todos los seres que la habitan. En esa medida a veces siento que algunos de nosotros, los bunachis (gente de afuera de un límite espiritual llamado la Línea Negra), somos como los piojos, pulgas, chinches, garrapatas, ácaros, y cuanto ecto- y endoparásito pueda dañarla. Pero esta es mi malograda visión, que se permite insultar de manera tan ofensiva a estos pequeñísimos organismos. Pues la de nuestros hermanos mayores es tan extraordinariamente generosa, que saben que incluso estos pequeños seres tienen derecho a vivir dentro de un equilibrio perfecto, que tienen su espacio en la madre tierra. Y solo nos dañan porque, precisamente han sido desplazados de su ambiente original, de su ecosistema, por nosotros… los innombrables. También, en su cosmogonía están Kaku Serankwa, padre de todas las cosas, y los padres de las enfermedades, a quienes se debe hacer pagamento, que no tiene nada que ver con dinero. Es una ofrenda que sólo los mamos adivinan qué y dónde debe hacerse. Y parte de esta ofrenda es el “confieso”. (No hablemos del daño patrocinado por nuestros gobiernos a estos lugares sagrados de pagamento…).
Llama la atención el punto de encuentro entre el psicoanálisis (occidental), el “devolverse” (cultura ingá, Colombia), y el “confieso” (de la Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia), y otras culturas de centro y norte América, que “recapitulan”, basado en que simplemente, recordando con la mayor fidelidad posible, cada evento, pueden llegar a resolverse desde el origen, muchas dolencias del alma y del cuerpo. Y podríamos mencionar otros saberes ancestrales que lo requieren dentro de sus rituales de sanación.
El dolor del alma es el origen de muchas y muy graves enfermedades humanas, de animales y por supuesto, ambientales. Dolores históricos, culturales, sociales, religiosos. El dolor patrio... y de las otras patrias..., el dolor de los amores perdidos..., y de las otras pérdidas, de lo que pudo ser... El dolor de la injusticia y de la represión personal y social. El dolor de la impotencia (de cualquiera), del despojo de la dignidad (propia, racial, cultural, etc.), dolores ecológicos..., de las PÉRDIDAS...el dolor del despojo, del desarraigo, del desamor… sin contar todavía, con lo que agregan las culpas y los miedos.
Los pensamientos y sentimientos producen sustancias. Sustancias que pueden ser tóxicas, acumulándose en diferentes niveles y generando una serie de eventos que terminan en dolores crónicos, o enfermedades autoinmunes…alteran nuestro equilibrio biológico, disminuyendo o desorientando nuestro sistema de defensas. También es cierto, que por este mismo mecanismo, los pensamientos amorosos, solidarios, placenteros, bondadosos, de reconciliación, desencadenan la producción de endorfinas sanadoras.
Entender…, sentir…, despertar este conocimiento ancestral de la salud, mirarlo desde esta perspectiva, este saber, es tener sentido común.
Cuidar, proteger, preservar, reconstruir el delicado equilibrio de todos los hijos de la madre tierra y a sus antiquísimos guardianes encargados por el Padre de todas las cosas. En suma, nuestra labor es AMAR. Y AMAR es tener sentido común.

Yuray Pardo Luengas
Médica Cirujana,
Universidad Nacional de Colombia

1 comentario:

  1. Yuray:
    El enfoque de este estupendo artículo tuyo caracteriza muy bien el sentir de Sentido Común en el tema macro ambiental. Felicitaciones y mil gracias por otro maravilloso aporte a la causa.

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