sábado, 22 de octubre de 2011

NOSTALGIA DE UN SUEÑO

La carrera 7ª de Bogotá debería ser un hermoso parque lineal que atraviese la urbe, con un hermoso, moderno y silencioso tranvía eléctrico que cruce la ciudad.


Uno de los debates importantes  en las facultades de arquitectura en los años 70, tenía que ver con la apropiación  que se hacía de la sabana de Bogotá, el urbanismo horizontal. El fin de este  tipo de actividad era enriquecer desmedidamente a los terratenientes arrebatando estas tierras a la ganadería y a la agricultura. Pocos años atrás  Le Corbusier había trazado un plan de desarrollo para Bogotá, el cual fue desechado inmediatamente por los gobernantes de turno pues no era rentable a los intereses de la oligarquía. ¿Qué iban a saber quién era el genio que previó los desastres que se le venían encima a la ciudad y a la sabana? Toda la discusión se quedó en la escuela de arquitectura de la Nacional donde algunos de mis maestros fueron sus ayudantes. Han pasado ya 40 años de esto y la pesadilla apocalíptica se hizo realidad, ahora la ciudad es incontrolable y cuando se soluciona un problema surgen dos o tres, es una bola de nieve.
La solución planteada por el maestro incluía una densificación de la construcción. Grandes bloques de vivienda de no menos de cuatro pisos de altura, liberando el primer piso para integrarlo al paisaje y una ocupación máxima del 40%, dejando el resto del lote a los jardines y zonas verdes. Esto hubiera contraído enormemente el espacio ocupado por la ciudad, se hubiera respetado el paisaje de la sabana y su naturaleza. Al ser una ciudad concentrada los servicios serían más baratos, pero sobre todo el transporte se hubiera podido optimizar y racionalizar al máximo. Y lo más importante la gente del común tendría derecho al uso de los espacios culturales, por su proximidad, y no vivirían esa condición alienada que hoy sufrimos en carne propia. Bogotá necesita gobernantes que sean planificadores, urbanistas, gente que haya estudiado el problema de las ciudades en profundidad, que sepan que los problemas de una urbe van más allá del bolardo y unos buses articulados movidos con combustible fósil.
Le Corbusier nos dejó dibujado en el papel una ciudad que hubiera podido ser un paraíso, como lo es hoy Barcelona ciudad en la cual participó en su planeación. ¿Pero qué iban a saber nuestros ignorantes gobernantes de esto? De lo único que saben es vivir maluco, en una ciudad donde siempre se está haciendo tarde y con los bolsillos llenos de riquezas mal habidas.

Carlos Marín




1 comentario:

  1. Excelente articulo, en Bogotá, como en toda Colombia, se impuso la voracidad por el dinero, para unos pocos, por sobe el interés de los demás, es decir de todos, que lastima porque esa actitud No ha cambiado en nada.

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